Rosario Inmaculada Concepción
Ave María
(cuentas grandes)
Purísima Concepción que en el mundo fuiste flor
Y tu pecho un sagrario donde habita el Señor
(cuentas pequeñas)
Cerrar el Rosario con:
Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza
A ti Celestial Princesa
Virgen Sagrada María
te ofrezco en este día
alma, vida y corazón,
Mírame con compasión
No me dejes Madre Mía,
y en la hora de mi agonía,
sé mi amparo y protección.
Amén
Dios te salve Reina y madre,
madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te Salve.
A ti clamamos los desterrados hijos de Eva.
A ti suspiramos, gimiendo y llorando,
ea pues Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros,
esos, tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro,
muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu viente,
Oh Clemente, Oh Piadosa,
Oh Dulce Virgen María,
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar,
las promesas y gracias de
Nuestro Señor Jesucristo.
Amén
Magníficat
Glorifica mi alma al Señor
y mi espíritu se llena de gozo
al contemplar la bondad de Dios mi Salvador.
Porque ha puesto la mirada
en la humilde sierva suya y
ved aquí el motivo porque me tendrán
por dichosa y feliz todas las generaciones.
Pues ha hecho en mi favor cosas
grandes y maravillosas el que es
Todopoderoso y su nombre infinitamente Santo.
Cuya misericordia se extiende de generación
en generación a todos cuantos le temen.
Extendió el brazo de su poder,
disipó el orgullo de los soberbios,
trastornando sus designios.
Desposeyó a los poderosos
y elevó a los humildes.
A los necesitados llenó de bienes
y a los ricos los dejó sin cosa alguna.
Exaltó a Israel su siervo acordándose
de el por su gran misericordia y bondad.
Así como había prometido a nuestros
padres, Abraham y a toda su
descendencia por los siglos de los siglos.
Amén.